jueves, 5 de abril de 2012

The Process, Church of the Final Judgement - Humanity is the Devil

The Process, Church of the Final Judgement, fue un grupo religioso que surgio en los 60's, fundado por los britanicos Mary Anne y Robert DeGrimston. 
Contrario a lo que piensan los que ignoran esto, de sus ideas salen, entre muchas otras cosas, las estrellas "4p", y no de la Esvástica.

A continuacion un texto de este culto, traducido para el blog por Emanvel Cardozo, de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Este es el texto original en el cual se baso el booklet de Humanity is the devil.





HUMANITY IS THE DEVIL

En el principio estaba Dios. Y Dios respiro sobre el vasto y vacío espacio del universo. Y Dios creó a la humanidad.
Y la humanidad podía elegir entre seguir sujeta a la voluntad de su creador, o librarse al camino del destino por el poder de su propia libre voluntad.
Y la humanidad eligió la libre voluntad. La humanidad eligió guiarse su propio camino a través de los anales del tiempo.
Y Dios le dio a la humanidad una luz por la cual guiarse. Dios le dio el conocimiento de lo correcto y lo incorrecto, para que pudiera seguir un camino que la retornaría a la verdad de la que se había alejado. Le dio el concepto del bien y el concepto del mal, y dijo: “Sigan en su corazón el concepto del bien, porque es mío, y ese camino los devolverá a mí, y se encontrarán en el cielo. Pero sigan en su corazón el concepto del mal, y se alejarán más y más de mí. Aunque yo creé el mal para su elección, el mal no es mío; sino de Satán, quien es el Diablo, y debe ser para ustedes su enemigo, así que no deben seguirlo. Porque el camino del mal los guiará al Diablo y se encontrarán en el infierno.”
Y el infierno es un lugar de oscuridad y miseria y dolor y angustia y odio y violencia e incomodidad y “sin descanso” y “sin seguridad” y enfermedad y fracaso y muerte y futilidad e ignorancia y malicia y avaricia y envidia y desesperación. Y el infierno es un lugar en que ningún hombre debe desear estar.
Y la humanidad emprendió su viaje a través de los anales del tiempo, y el camino del bien y el camino del mal yacían ante ella. Y el camino del bien era áspero y espinoso, empinado y angosto, y de gran sacrificio, pero guiaba a la luz del cielo. Y el camino del mal era suave y confortable, agradable y fácil, y de gran autoindulgencia, pero guiaba a la oscuridad del infierno.
Y la humanidad sintió el conflicto del bien y el mal; por un lado sacrificio inmediato con la promesa de la futura felicidad, y placer ahora con la promesa de la agonía por el otro. Y la humanidad descubrió que la elección no era la sensación de poder que había imaginado, sino una sensación persistente de duda y falta de certeza. Porque el poder de elegir es la carga de la responsabilidad; no puede haber una cosa sin la otra. La humanidad buscó el poder, ahora debe llevar la carga.
Demandó elegir, y ahora debe elegir. No elegir, es tomar el camino fácil, que guía al infierno. Hacer de cuenta que no hay que elegir, es tomar el camino fácil, que guía al infierno. Aceptar la carga de la responsabilidad y llevarla, es tomar el camino difícil, que guía al cielo. Es el comienzo del camino que lleva de vuelta a Dios.
La humanidad eligió el camino al Infierno. La humanidad rechazó la carga de la responsabilidad que vino con el poder de elegir. Cada hombre pasó la carga a otro. Cada hombre dijo que otro hizo su vida por él. Cada hombre se vio víctima de sus circunstancias. Cada hombre vio su vida como la suma total de las decisiones de otros y de la mano del destino.
Y la elección de la humanidad se manifestó cuando cada hombre culpó a otro por sus propias infortunas. Culpar es el máximo rechazo de la responsabilidad.
La culpa es el detonante de todo mal. Todo pecado emana de la culpa. Toda destrucción emana de la culpa. Cuando un hombre saca de sí la necesidad de culpar no hay destrucción en él, cuando saca la necesidad de culpar no hay odio en el, cuando saca la necesidad de culpar no hay mal en él.
Y la humanidad eligió culpar. La humanidad sintió la necesidad de culpar. Cada hombre culpaba al otro, que también lo culpaba de nuevo a él. La humanidad empezó a diseñar el curso futuro de la historia del mundo con la culpa como base. La culpa se volvió el factor común en todos los eventos, y con ella la humanidad allanó el camino al infierno.
Y la culpa causa ignorancia, porque para culpar, un hombre debe conocer el poder de su elección, o sino enfrentará las amplias consecuencias de su responsabilidad. Si sabe que eligió sufrir, no puede decir que su sufrimiento es culpa de otro.
Así, la humanidad se cegó frente a su propia realidad, por miedo a tener que soportar el peso de la responsabilidad y por miedo de ver la extensión completa de su poder de elegir. La humanidad se dijo a sí misma una mentira, una mentira monstruosa que le dio el escape del peso que no estaba dispuesta a cargar, y así tomó los elusivos placeres del camino al infierno, ignorante de la naturaleza de su elección, e imposibilitada de ver sus consecuencias.

Y la culpa engendró culpa, y el mal surgió sobre toda la superficie de la tierra. Y la violencia y el odio nacieron dentro de los corazones de los hombres, y éstos se acumularon en el nombre de la paz, para ser liberados de tanto en tanto en forma de destrucción impiadosa en el nombre de la guerra.
Y el modelo de la culpa fue pasado de generación en generación, para que todos los hombres vivieran por su código, y la culpa se convirtió en la marca de la humanidad. Y aunque los hombres en el comienzo usaron la culpa para pasar el peso de la responsabilidad, pronto la misma culpa los gobernó, sus vidas fueron dominadas por ella. Se volvió el instinto básico de la humanidad, culpar.
(El hombre) Podía suprimirla, echársela, ignorarla, no había diferencia, su mayor necesidad era culpar. Y mientras su vida perdía valor y se corrompía por seguir el camino al infierno, sentía una necesidad de culpar cada vez más y más grande, había mucho por lo que algo o alguien tenía que ser culpado.
Y así fue. El hombre tomó el camino al infierno, y se maneja por la guía de la culpa. A veces sus ojos se abren por un instante, y ve hacia dónde se dirige. Y solloza: “No debemos culpar! Debemos aceptar la responsabilidad!”. Pero nadie escucha. Así que cierra los ojos de nuevo, y encuentra alguien a quien culpar por la falta de respuesta a su llamado. “El hombre no aceptará la responsabilidad” suspira. “Ellos continúan culpando. Es la culpa de nuestro presidente. Él es el culpable por el desesperanzador estado de nuestra nación.
Y las aguas tapan su cabeza una vez más.
Pero no hay una visión de lo que la culpa realmente es. A veces se ven las consecuencias de culpar, y muchos dicen: “No debemos pelearnos!”. Y vastas cantidades de culpa son suprimidas, acumuladas inconscientemente y se construye sobre ello por la falta de satisfacción tras la expresión. El odio es guardado, para que no permitir que ninguna clase de violencia se vea en la superficie. Pero pronto la presión de la culpa frustrada se vuelve demasiada, la tapa explota y la violencia erupciona en guerra o incidentes o revolución o asesinato.
Pero nadie hace la pregunta: “Por qué? Por qué –dentro nuestro- precisamos culparnos, y pasar a odiarnos, y pasar a destruirnos?”
Así se sigue. Y si alguien fuera a hacer la pregunta: “Por qué?” nadie sabría la respuesta. Está enterrada muy profundamente en la historia.
Muchos contestarían. Muchos podrían encontrar incontables razones, incontables racionalizaciones, incontables justificaciones a la compulsiva necesidad de culpar de la humanidad. Pero nadie sabría la respuesta. La humanidad se adentro mucho en el camino como para poder mirar atrás y saber por qué las cosas son así. La verdadera razón se olvidó hace mucho y no puede ser encontrada.
Podés decirle a un hombre por qué culpa, y el puede entender con su intelecto, e incluso puede estar de acuerdo en lo que le decís, pero no va a sentir la realidad de lo que le decís, no va a sentirla dentro suyo lo suficiente para que su instinto de culpar sea arrancado de raíz y descartado. La humanidad se hundió demasiado como para que eso sea posible. El cáncer se expandió, y el hombre se atrapó a sí mismo irrevocablemente dentro de las mentiras por las que culpa. Nada puede salvarlo ahora.
Se llegó al final del camino, el clímax del camino fácil, el punto de no retorno. El Diablo ganó. Satán triunfó sobre el hombre, y la humanidad está condenada. El hombre pidió el poder de elegir e hizo su elección, y nada puede cambiarla. El tiempo de la cosecha llegó y la separación ya comenzó.
El juzgamiento de la humanidad es ahora.
El espíritu del señor Cristo está manifiesto sobre la tierra, y su poderosa espada está lista en su mano para asestar a todos los que se aferren a los valores de la humanidad.
Y el señor Satán cumplió su trabajo y es libre de las ataduras del inframundo, libre de rondar la tierra con la bestia ladrante del infierno tras él. Ya no tienta, porque el tiempo del pecado pasó. Ahora destruye, porque el momento de la retribución llegó.
Y los hombres todavía buscan sus indeseables pecados, peleando por insignificancias mientras ignoran los asuntos mayores. Ya es muy tarde, el mal en el mundo ahora no es la manifestación de los pecados del hombre, sino la consecuencia última de su decisión de pecar.
El mal de los días recientes no surge del hombre, sino de Dios. Es la retribución que cae sobre el mundo como se prometió una y otra vez, el final del camino del mal. Es la poderosa mano del señor Dios, y ningún hombre puede detener su avance.
La humanidad fue advertida y no tomó en cuenta tal advertencia. Ahora llega la disputa final, el juicio y la devastación del mundo del hombre.
El mundo de los hombres es un lugar de oscuridad y miseria y dolor y angustia y odio y violencia e incomodidad y “sin descanso” e inseguridad y enfermedad y fracaso y muerte y futilidad e ignorancia y malicia y avaricia y envidia y desesperación. El mundo de los hombres es el infierno.
La tierra es el infierno, y el hombre lo hizo así.
La humanidad eligió el camino que lleva al infierno, y ahora su recorrido terminó. La humanidad está en el infierno, porque creó el infierno a su alrededor.
El juego terminó. Solo resta que la separación se complete y el infierno sea destruido.
Y el infierno es el hogar del Diablo. Y el Diablo es altanero y corrupto, un mentiroso cegado por su propio engaño, oculto en los confines de su propia ignorancia. Y el Diablo es débil, pero igualmente fuerte en su debilidad. Y el Diablo engendra muerte, la muerte del alma, y da vida a los tortuosos conflictos de la mente en los que el alma se atrapó a sí misma. Y el Diablo apoya a quienes mantienen la corrupción y putrefacción que son su sangre de vida. Y el Diablo destruye todo lo que prometa traer al espíritu de la pureza y arrancar la corrupción. Y el Diablo seduce con una dulce máscara que esconde un corazón traicionero. Y el Diablo habla de amor, y deja las marcas del odio al despertar. Y el Diablo llora por paz, y trae guerra. Y el Diablo habla de gloria y de un destino magnífico, y guía cada vez más dentro de la muerte y la degradación. Y el Diablo rebalsa de promesas y buenas intenciones, pero tras él hay un camino de fracaso y traición. Y el Diablo tiene miedo, por eso se cubre con el mal.
Y como pasa con todo, por sus frutos reconocerás al Diablo. Y los frutos del diablo son horribles, machacados y amargos, y podridos hasta el centro. Y el hogar del Diablo es el infierno.
Y la humanidad es altanera y corrupta, una mentirosa cegada por su propio engaño, oculta en los confines de su propia ignorancia. Y la humanidad es débil, pero igualmente fuerte en su debilidad. Y la humanidad engendra muerte, la muerte del alma, y da vida a los tortuosos conflictos de la mente en los que el alma se atrapó a sí misma. Y la humanidad apoya a quienes mantienen la corrupción y putrefacción que son su sangre de vida. Y la humanidad destruye todo lo que prometa traer al espíritu de la pureza y arrancar la corrupción. Y la humanidad seduce con una dulce máscara que esconde un corazón traicionero. Y la humanidad habla de amor, y deja las marcas del odio al despertar. Y la humanidad llora por paz, y trae guerra. Y la humanidad habla de gloria y de un destino magnífico, y guía cada vez más dentro de la muerte y la degradación. Y la humanidad rebalsa de promesas y buenas intenciones, pero tras ella hay un camino de fracaso y traición. Y la humanidad tiene miedo, por eso se cubre con el mal.
Y como pasa con todo, por sus frutos reconocerás a la humanidad. Y los frutos de la humanidad son horribles, machacados y amargos, y podridos hasta el centro. Y el hogar de la humanidad es la tierra, y la tierra es el infierno.
Satán es libre porque su trabajo está hecho. Satán ya no es el Diablo, porque ha traspasado el veneno a quienes eligieron tomarlo y convertirse en él.
Ahora no hay nada más malvado en el universo que el hombre.
Su mundo es el infierno, y él mismo es el Diablo.

(C) 1968; The Process, Church of the Final Judgment.

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