Contrario a lo que piensan los que ignoran esto, de sus ideas salen, entre muchas otras cosas, las estrellas "4p", y no de la Esvástica.
A continuacion un texto de este culto, traducido para el blog por Emanvel Cardozo, de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Este es el texto original en el cual se baso el booklet de Humanity is the devil.
HUMANITY IS THE DEVIL
En el principio estaba Dios. Y Dios
respiro sobre el vasto y vacío espacio del universo. Y Dios creó a la humanidad.
Y la humanidad podía elegir entre seguir
sujeta a la voluntad de su creador, o librarse al camino del destino por el
poder de su propia libre voluntad.
Y la humanidad eligió la libre voluntad. La
humanidad eligió guiarse su propio camino a través de los anales del tiempo.
Y Dios le dio a la humanidad una luz por
la cual guiarse. Dios le dio el conocimiento de lo correcto y lo incorrecto,
para que pudiera seguir un camino que la retornaría a la verdad de la que se
había alejado. Le dio el concepto del bien y el concepto del mal, y dijo:
“Sigan en su corazón el concepto del bien, porque es mío, y ese camino los
devolverá a mí, y se encontrarán en el cielo. Pero sigan en su corazón el
concepto del mal, y se alejarán más y más de mí. Aunque yo creé el mal para su
elección, el mal no es mío; sino de Satán, quien es el Diablo, y debe ser para
ustedes su enemigo, así que no deben seguirlo. Porque el camino del mal los
guiará al Diablo y se encontrarán en el infierno.”
Y el infierno es un lugar de oscuridad y miseria y dolor y angustia y odio y violencia e incomodidad y “sin descanso” y “sin seguridad” y enfermedad y fracaso y muerte y futilidad e ignorancia y malicia y avaricia y envidia y desesperación. Y el infierno es un lugar en que ningún hombre debe desear estar.
Y el infierno es un lugar de oscuridad y miseria y dolor y angustia y odio y violencia e incomodidad y “sin descanso” y “sin seguridad” y enfermedad y fracaso y muerte y futilidad e ignorancia y malicia y avaricia y envidia y desesperación. Y el infierno es un lugar en que ningún hombre debe desear estar.
Y la humanidad emprendió su viaje a
través de los anales del tiempo, y el camino del bien y el camino del mal
yacían ante ella. Y el camino del bien era áspero y espinoso, empinado y
angosto, y de gran sacrificio, pero guiaba a la luz del cielo. Y el camino del
mal era suave y confortable, agradable y fácil, y de gran autoindulgencia, pero
guiaba a la oscuridad del infierno.
Y la humanidad sintió el conflicto del
bien y el mal; por un lado sacrificio inmediato con la promesa de la futura
felicidad, y placer ahora con la promesa de la agonía por el otro. Y la
humanidad descubrió que la elección no era la sensación de poder que había
imaginado, sino una sensación persistente de duda y falta de certeza. Porque el
poder de elegir es la carga de la responsabilidad; no puede haber una cosa sin
la otra. La humanidad buscó el poder, ahora debe llevar la carga.
Demandó elegir, y ahora debe elegir. No
elegir, es tomar el camino fácil, que guía al infierno. Hacer de cuenta que no
hay que elegir, es tomar el camino fácil, que guía al infierno. Aceptar la
carga de la responsabilidad y llevarla, es tomar el camino difícil, que guía al
cielo. Es el comienzo del camino que lleva de vuelta a Dios.
La humanidad eligió el camino al
Infierno. La humanidad rechazó la carga de la responsabilidad que vino con el
poder de elegir. Cada hombre pasó la carga a otro. Cada hombre dijo que otro
hizo su vida por él. Cada hombre se vio víctima de sus circunstancias. Cada
hombre vio su vida como la suma total de las decisiones de otros y de la mano
del destino.
Y la elección de la humanidad se
manifestó cuando cada hombre culpó a otro por sus propias infortunas. Culpar es
el máximo rechazo de la responsabilidad.
La culpa es el detonante de todo mal. Todo
pecado emana de la culpa. Toda destrucción emana de la culpa. Cuando un hombre
saca de sí la necesidad de culpar no hay destrucción en él, cuando saca la
necesidad de culpar no hay odio en el, cuando saca la necesidad de culpar no
hay mal en él.
Y la humanidad eligió culpar. La
humanidad sintió la necesidad de culpar. Cada hombre culpaba al otro, que
también lo culpaba de nuevo a él. La humanidad empezó a diseñar el curso futuro
de la historia del mundo con la culpa como base. La culpa se volvió el factor
común en todos los eventos, y con ella la humanidad allanó el camino al
infierno.
Y la culpa causa ignorancia, porque para culpar, un hombre debe conocer el poder de su elección, o sino enfrentará las amplias consecuencias de su responsabilidad. Si sabe que eligió sufrir, no puede decir que su sufrimiento es culpa de otro.
Y la culpa causa ignorancia, porque para culpar, un hombre debe conocer el poder de su elección, o sino enfrentará las amplias consecuencias de su responsabilidad. Si sabe que eligió sufrir, no puede decir que su sufrimiento es culpa de otro.
Así, la humanidad se cegó frente a su
propia realidad, por miedo a tener que soportar el peso de la responsabilidad y
por miedo de ver la extensión completa de su poder de elegir. La humanidad se
dijo a sí misma una mentira, una mentira monstruosa que le dio el escape del
peso que no estaba dispuesta a cargar, y así tomó los elusivos placeres del
camino al infierno, ignorante de la naturaleza de su elección, e imposibilitada
de ver sus consecuencias.
Y la culpa engendró culpa, y el mal surgió
sobre toda la superficie de la tierra. Y la violencia y el odio nacieron dentro
de los corazones de los hombres, y éstos se acumularon en el nombre de la paz,
para ser liberados de tanto en tanto en forma de destrucción impiadosa en el
nombre de la guerra.
Y el modelo de la culpa fue pasado de
generación en generación, para que todos los hombres vivieran por su código, y
la culpa se convirtió en la marca de la humanidad. Y aunque los hombres en el
comienzo usaron la culpa para pasar el peso de la responsabilidad, pronto la
misma culpa los gobernó, sus vidas fueron dominadas por ella. Se volvió el instinto básico de la
humanidad, culpar.
(El hombre) Podía suprimirla, echársela,
ignorarla, no había diferencia, su mayor necesidad era culpar. Y mientras su
vida perdía valor y se corrompía por seguir el camino al infierno, sentía una
necesidad de culpar cada vez más y más grande, había mucho por lo que algo o
alguien tenía que ser culpado.
Y así fue. El hombre tomó el camino al
infierno, y se maneja por la guía de la culpa. A veces sus ojos se abren por un
instante, y ve hacia dónde se dirige. Y solloza: “No debemos culpar! Debemos aceptar la responsabilidad!”.
Pero nadie escucha. Así que cierra los ojos de nuevo,
y encuentra alguien a quien culpar por la falta de respuesta a su llamado. “El hombre no aceptará la
responsabilidad” suspira. “Ellos continúan culpando. Es
la culpa de nuestro presidente. Él es el culpable por el desesperanzador estado
de nuestra nación.
Y las aguas tapan su cabeza una vez más.
Pero no hay una visión de lo que la culpa
realmente es. A veces se ven las consecuencias de culpar, y muchos dicen: “No
debemos pelearnos!”. Y vastas cantidades de culpa son suprimidas, acumuladas
inconscientemente y se construye sobre ello por la falta de satisfacción tras
la expresión. El odio es guardado, para que no permitir que ninguna clase de
violencia se vea en la superficie. Pero pronto la presión de la culpa frustrada
se vuelve demasiada, la tapa explota y la violencia erupciona en guerra o
incidentes o revolución o asesinato.
Pero nadie hace la pregunta: “Por qué?
Por qué –dentro nuestro- precisamos culparnos, y pasar a odiarnos, y pasar a
destruirnos?”
Así se sigue. Y si alguien fuera a hacer
la pregunta: “Por qué?” nadie sabría la respuesta. Está enterrada muy profundamente en la
historia.
Muchos
contestarían. Muchos podrían encontrar incontables
razones, incontables racionalizaciones, incontables justificaciones a la
compulsiva necesidad de culpar de la humanidad. Pero nadie sabría la respuesta.
La humanidad se adentro mucho en el camino como para poder mirar atrás y saber
por qué las cosas son así. La verdadera razón se olvidó hace mucho y no puede
ser encontrada.
Podés decirle a un hombre por qué culpa,
y el puede entender con su intelecto, e incluso puede estar de acuerdo en lo
que le decís, pero no va a sentir la realidad de lo que le decís, no va a
sentirla dentro suyo lo suficiente para que su instinto de culpar sea arrancado
de raíz y descartado. La humanidad se hundió demasiado como para que eso sea
posible. El cáncer se expandió, y el hombre se atrapó a sí mismo
irrevocablemente dentro de las mentiras por las que culpa. Nada puede salvarlo
ahora.
Se llegó al final del camino, el clímax
del camino fácil, el punto de no retorno. El Diablo ganó. Satán triunfó sobre
el hombre, y la humanidad está condenada. El hombre pidió el poder de elegir e
hizo su elección, y nada puede cambiarla. El tiempo de la cosecha llegó y la
separación ya comenzó.
El juzgamiento de la humanidad es ahora.
El espíritu del señor Cristo está
manifiesto sobre la tierra, y su poderosa espada está lista en su mano para
asestar a todos los que se aferren a los valores de la humanidad.
Y el señor Satán cumplió su trabajo y es
libre de las ataduras del inframundo, libre de rondar la tierra con la bestia
ladrante del infierno tras él. Ya no tienta, porque el tiempo del pecado pasó. Ahora destruye, porque el momento de
la retribución llegó.
Y los hombres todavía buscan sus indeseables
pecados, peleando por insignificancias mientras ignoran los asuntos mayores. Ya
es muy tarde, el mal en el mundo ahora no es la manifestación de los pecados
del hombre, sino la consecuencia última de su decisión de pecar.
El mal de los días recientes no surge del
hombre, sino de Dios. Es la retribución que cae sobre el mundo como se prometió
una y otra vez, el final del camino del mal. Es la poderosa mano del señor
Dios, y ningún hombre puede detener su avance.
La humanidad fue advertida y no tomó en
cuenta tal advertencia. Ahora llega la disputa final, el juicio y la
devastación del mundo del hombre.
El mundo de los hombres es un lugar de
oscuridad y miseria y dolor y angustia y odio y violencia e incomodidad y “sin
descanso” e inseguridad y enfermedad y fracaso y muerte y futilidad e
ignorancia y malicia y avaricia y envidia y desesperación. El mundo de los
hombres es el infierno.
La tierra es el infierno, y el hombre lo
hizo así.
La humanidad eligió el camino que lleva
al infierno, y ahora su recorrido terminó. La humanidad está en el infierno,
porque creó el infierno a su alrededor.
El juego terminó. Solo resta que la
separación se complete y el infierno sea destruido.
Y el infierno es el hogar del Diablo. Y
el Diablo es altanero y corrupto, un mentiroso cegado por su propio engaño,
oculto en los confines de su propia ignorancia. Y el Diablo es débil, pero
igualmente fuerte en su debilidad. Y el Diablo engendra muerte, la muerte del
alma, y da vida a los tortuosos conflictos de la mente en los que el alma se
atrapó a sí misma. Y el Diablo apoya a quienes mantienen la corrupción y
putrefacción que son su sangre de vida. Y el Diablo destruye todo lo que
prometa traer al espíritu de la pureza y arrancar la corrupción. Y el Diablo
seduce con una dulce máscara que esconde un corazón traicionero. Y el Diablo
habla de amor, y deja las marcas del odio al despertar. Y el Diablo llora por
paz, y trae guerra. Y el Diablo habla de gloria y de un destino magnífico, y
guía cada vez más dentro de la muerte y la degradación. Y el Diablo rebalsa de
promesas y buenas intenciones, pero tras él hay un camino de fracaso y
traición. Y el Diablo tiene miedo, por eso se cubre con el mal.
Y como pasa con todo, por sus frutos reconocerás
al Diablo. Y los frutos del diablo son horribles, machacados y amargos, y
podridos hasta el centro. Y el hogar del Diablo es el infierno.
Y la humanidad es altanera y corrupta,
una mentirosa cegada por su propio engaño, oculta en los confines de su propia
ignorancia. Y la humanidad es débil, pero igualmente fuerte en su debilidad. Y
la humanidad engendra muerte, la muerte del alma, y da vida a los tortuosos
conflictos de la mente en los que el alma se atrapó a sí misma. Y la humanidad
apoya a quienes mantienen la corrupción y putrefacción que son su sangre de
vida. Y la humanidad destruye todo lo que prometa traer al espíritu de la
pureza y arrancar la corrupción. Y la humanidad seduce con una dulce máscara
que esconde un corazón traicionero. Y la humanidad habla de amor, y deja las
marcas del odio al despertar. Y la humanidad llora por paz, y trae guerra. Y la
humanidad habla de gloria y de un destino magnífico, y guía cada vez más dentro
de la muerte y la degradación. Y la humanidad rebalsa de promesas y buenas
intenciones, pero tras ella hay un camino de fracaso y traición. Y la humanidad
tiene miedo, por eso se cubre con el mal.
Y como pasa con todo, por sus frutos
reconocerás a la humanidad. Y los frutos de la humanidad son horribles,
machacados y amargos, y podridos hasta el centro. Y el hogar de la humanidad es
la tierra, y la tierra es el infierno.
Satán es libre porque su trabajo está
hecho. Satán ya no es el Diablo, porque ha traspasado el veneno a quienes
eligieron tomarlo y convertirse en él.
Ahora no hay nada más malvado en el
universo que el hombre.
Su mundo es el infierno, y él mismo es el
Diablo.
(C) 1968;
The Process, Church of the Final Judgment.
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